Para enfrentar el escenario de escasez de disponibilidad alimentaria y de producción a nivel global, en la década de los 70 y 80 se incorporó la idea del acceso a alimentos, de manera economica y que éstos fueran sanos y nutritivos. En la década de los 90 se reafirmó este concepto de seguridad alimentaria como un derecho a partir del cual las compañías idearon diversas soluciones para asegurar la biodisponibilidad de estos alimentos nutritivos y sanos. Sin embargo, hay un concepto que agrupa todos estos requisitos y se llama: Fomentar buenas prácticas para asegurar un futuro más sostenible.
Más tarde, la pandemia dejó en evidencia que se pueden sustituir ingredientes de una manera más apropiada gracias a los avances tecnológicos y los nuevos desarrollos de ingredientes donde se asegura la calidad, inocuidad y seguridad alimentaria.
La industria de la alimentación está sufriendo importantes cambios en la actualidad. Primero a causa de la pandemia producida por el Covid-19, la cual aceleró transformaciones en las formas de producción y en los hábitos de consumo de las personas que se inclinaron hacia un estilo de vida más saludable. Y luego, por los efectos que han producido otros fenómenos asociados como la Guerra en Ucrania, que han generado impacto más allá de sus fronteras y una creciente inflación, entre otros factores económicos, que han golpeado el bolsillo de las personas y han puesto a prueba el suministro de alimentos y de materias primas.
Una situación que no ha dejado a nadie indiferente y que ha puesto de relieve conceptos como seguridad alimentaria, que se refiere al acceso físico y económico que debieran tener las personas en todo momento a suficiente alimento que, además, sean seguros y nutritivos, y que les permitan desarrollar su día a día de manera saludable y en forma adecuada y, en forma paralela, palabras como disponibilidad, escasez de materias primas, acceso, distribución y cadena de valor han adquirido protagonismo y están desafiando el bienestar de una población que a ratos se ve amenazada por nuevas situaciones que afectan su cotidianeidad.
Sin ir más lejos, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en la última Asamblea General de la ONU, señaló que el aumento de conflictos en todo el planeta es uno de los principales desafíos para los líderes mundiales, junto con la emergencia del cambio climático, además del peligro que significa la crisis alimentaria y financiera para los países en vías de desarrollo.
¿Qué pasó con las materias primas?
En la medida que se fueron eliminando las restricciones en relación a las medidas sanitarias, producto de un aumento en el porcentaje de población vacunada tras la pandemia, se fue retomando la normalidad de la vida diaria. Esto provoco un aumentó en la demanda de productos, lo que generó una mayor liquidez en el mercado, debido a que las personas quisieron disfrutar todos los alimentos que no pudieron adquirir durante el periodo de mayor encierro, y surgió la pregunta ¿Estaba listo el mercado para satisfacer las necesidades sin hablar de escasez de materias primas y /o seguridad alimentaria?
Se produjeron así cambios importantes en el abastecimiento de productos y en la cadena de suministros. A ello se sumaron atascos en el comercio marítimo producto de la guerra en Ucrania. Las navieras acumularon contenedores que no podían entregar y había que determinar qué se hacía con los productos perecibles. Hubo aumento de precios de fletes, escasez de mano de obra, todo lo que derivó en un problema de desabastecimiento global sin precedentes.
El consumidor frente a un nuevo escenario de escasez
El reto de enfrentar la creciente escasez de materias primas en el mercado presentó diversos tipos de soluciones que variaron entre las empresas y que fueron desde fomentar la economía circular que implica compartir, reutilizar, reparar o reciclar materiales y productos para extender su vida útil durante el tiempo, hasta generar otras buenas prácticas como mantener inventarios, asegurar el suministro futuro o generar una más eficiente administración de recursos, proyectando la cadena de valor.
Otras empresas apostaron por invertir en innovación, investigación y nuevos desarrollos para buscar así nuevas alternativas o, en su efecto, educar al consumidor frente a prácticas como el reciclaje.
De esta manera, los cambios en los mercados mundiales dejaron una gran enseñanza que tiene que ver con no depender tanto de los mercados externos para abastecerse, así como también tener sustitutos locales para materias primas. Esto aminoraría el efecto inflacionario en los precios de los productos, fomentaría la producción interna y permitiría implementar tecnologías nuevas para generar producciones cada vez más eficientes. Lo importante sería entonces aprovechar los recursos internos y su capacidad productiva para generar producciones cada vez más eficientes.
El gran reto que tiene ahora la industria es definir quiénes serán los productores de materias primas, cuál será la cadena de producción que tendrán los alimentos, definir la logística que está involucrada y avanzar en la seguridad alimentaria e inocuidad, factores que debieran ayudar a hacer más sostenible este desafío.
Alternativas hay muchas y son variadas y van a depender de cada empresa la que implemente para asegurar un futuro más sostenible y con mejor calidad de vida no sólo para la actual, sino también para las futuras generaciones. Hoy por hoy lo primordial es tomar conciencia frente a esta situación para tomar las medidas necesarias.
Para más información PULSA AQUÍ
¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?
¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!
Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0
Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.